Carta abierta de un empresario treintañero «Asumo, pero veo que pocas personas está dispuestas a trabajar duro»

Este no es la carta de un empresario en problemas, desilusionado por años de lucha con la burocracia o sofocado por un mercado en crisis; ni es el lamento de un viejo de la profesión en conflicto con las nuevas generaciones. Por el contrario, este es el reflejo de una persona, aún lejos del umbral de los 40, tuvo la suerte de ser capaz de ayudar a crear una empresa – una empresa de consultoría – que sigue creciendo de año en año, alcanzando los objetivos más ambicioso, persiguiendo la expansión internacional, y el trabajo con clientes de prestigio. Empresa que, en un momento en que (al parecer en contra de la corriente) las órdenes siguen creciendo y los proyectos se hacen más apasionantes, se revela una rara dificultad, encontrar personas que quieren involucrarse, aprender, crecer, trabajar, de esforzarse. La fatiga no es física, no es mental, sino de aquella fatiga a los plazos por cumplirse, de (eufemísticamente) intercambios inteligentes de opiniones, de transferencias, de sentirse siempre desafiado ante un contrato (con el cliente), vinculado a los resultados. Fatiga que, para la gente como yo y como tal estamos siendo capaces de construir algo, que nunca fue un problema, y ​​que siempre está llegando en segundo término hacia la satisfacción de ver los resultados – negocio antes y después personal – nuestro trabajo . De hecho, cuando creamos auxiell, hace diez años, recién salido de la universidad, en un momento en que la única puesta en marcha parecía tener que ser los de contenido tecnológico, nos propusimos una meta: trabajar para ayudar a crear empresas excelentes no solo en el producto, también en los procesos que las forman. Es por eso que existe auxiell: para crear ejemplos de excelencia, ya que los dueños y gerentes de negocios pueden estar orgullosos de lo que hacen día a día y los resultados que obtienen. Pero para crear ejemplos deben en primer lugar ser ejemplo, poniendo los intereses del cliente cuando sea necesario, los del proyecto o de la empresa antes que los propios. Sin embargo, en un momento en que se habla mucho de la crisis y el desempleo, y en el que tendríamos más bien un montón de puestos de trabajo para ofrecer, nos enfrentamos con frecuencia con personas cuya mentalidad proporciona la ecuación «recibo un salario y por ende puedo hacer frente a los sacrificios» y no, más bien, «no me pongo el problema de hacer frente a cualquier sacrificio y por lo tanto sé que puedo aspirar a lograr algo». No es una cuestión de edad u origen: muchas veces nos enfrentamos con objeciones similares para poder pensar en contribuir a un único grupo de personas. Eso sí, no estamos hablando de «explotación laboral», y mucho menos los jóvenes graduados como de hecho nosotros mismos hemos sido desde hace algún tiempo. Se trata de compartir (sí, compartir) los frutos de un trabajo solo después de este trabajo haya sido realizado sin mirar el reloj o calendario, con un toque de la tan alabada (en palabras…) mentalidad empresarial. Para nosotros el desafía está abierto.

QUIÉNES SOMOS

Doce años de experiencia en la creación de ejemplos

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Es el momento de convertirse en ejemplo